Copio a continuación un fragmento del artículo escrito por Carmen Gozalo de Andrés, Licenciada en Historia y que podrán leer in extenso en: http://www.tiempo.com/ram/1533/hablando-de-almanaques/
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En el siglo XVI, los Almanaques con pronósticos, meteorológicos y de cualquier otro tipo, ya se vendían en toda Europa. La mayoría de ellos tenían carácter enciclopédico. Además de la distribución de los días agrupados en semanas, en el calendario mensual y anual, aparecían consejos agrícolas y médicos y se utilizaban también como atlas geográficos, incluso como libros de texto. Desde los tiempos más remotos fue creencia general que la luna determinaba el comportamiento de la atmósfera y que las variaciones del tiempo atmosférico se debían a los cambios de fase lunar de nuestro satélite. Por ello, los pronósticos meteorológicos aparecían notificados en los almanaques todos los meses del año, en las fechas de luna llena, cuarto menguante, luna nueva y cuarto creciente. Éstos solían ser imprecisos y ambiguos, aunque adecuados al tiempo habitual y propio de las estaciones para las que se hacían (frío, en invierno; calor, en verano; nieve, en las cumbres, etc.).
En Europa y Latinoamérica, los almanaques fueron un medio de transmisión de cultura entre las clases sociales más populares y, a medida que fue pasando el tiempo, ampliaron su contenido. El gran éxito que obtuvieron se debió en gran parte a que, con los datos astronómicos esenciales, publicaban los pronósticos del tiempo para todo el año. Incluían también recomendaciones útiles para agricultores y ganaderos en sus trabajos; proverbios y refranes, fábulas instructivas, relatos moralizantes, cuentos cortos, poemas, efemérides históricas significativas… El índice de analfabetismo había disminuido extraordinariamente, y se había duplicado el número de personas que aprendieron a leer, respecto a siglos anteriores. El Santoral, la enumeración de las fiestas de precepto eclesiástico, los recordatorios de la Iglesia a los fieles en cuanto a las fechas de témporas, ayunos y abstinencias, cierre de velaciones, días de sacar ánima del Purgatorio, fechas variables de Semana Santa y Pascua, obligaciones sacramentales de estos días, etc. nunca faltaban en las primeras páginas de esta modesta publicación de muy asequible precio, que se editaba a finales de cada año para el siguiente y que prácticamente todas las familias adquirían.
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