domingo, 3 de mayo de 2015

La fotografía como fuente

En la Introducción a El peso de la representación, John Tagg afirma:

[...] La naturaleza indicial de la fotografía -el vínculo causativo entre el referente prefotográfico y el signo- es por tanto enormemente compleja, irreversible, y no puede garantizar nada en el ámbito del significado. Lo que establece el vínculo es un proceso técnico, cultural e histórico discriminatorio en
el que unos determinados mecanismos ópticos y químicos son puestos en acción para organizar la experiencia y el deseo y producir una nueva realidad: la imagen en papel que, a través de otros nuevos procesos adicionales. puede llegar a tener significado de muchas maneras posibles. El procedimiento es bastante conocido. La luz reflejada es recogida por una lente estática y monocular de una estructura determinada, colocada a una distancia concreta de los objetos en su campo de visión.
La imagen proyectada de estos objetos es enfocada, recortada y distorsionada por la placa plana y rectangular de la cámara que debe su estructura no al modelo del ojo, sino a una concepción
teórica concreta de los problemas de representación del espacio en dos dimensiones. Sobre este plano, el juego multicolor de la luz es fijado luego en forma de decoloración granular, química, sobre un soporte translúcido que, mediante un método equiparable, puede llegar a producir una impresión
positiva en papel.
Para leer con más detenimiento el capítulo al que me referí en clase, presionen AQUÍ 

jueves, 16 de abril de 2015

Un texto de Edward Said

A continuación se transcribe un fragmento de la Introducción del libro Orientalismo (1997) de Edward Said (Madrid: Debate, 2002, pp. 19-27). En él, el autor analiza el concepto de orientalismo como un discurso que se inscribe en determinadas instituciones, con los que se pretende dominar Oriente. Asimismo, Said demuestra mediante esta configuración de una identidad compacta de Oriente como una forma inferior se logra fortalecer la identidad europea:


***

He comenzado asumiendo que Oriente no es una realidad inerte de la naturaleza. No está simplemente allí, lo mismo que el propio Occidente tampoco está precisamente allí. […] En la misma medida en que lo es el propio Occidente, Oriente es una idea que tiene una historia, una tradición de pensamiento, unas imágenes y un vocabulario que le han dado una realidad y una presencia en y para Occidente. Las dos entidades geográficas, pues, se apoyan, y hasta cierto punto se reflejan la una en la otra.
Después de haber dicho esto, parece razonable exponer algunas puntualizaciones. En primer lugar, sería un error concluir que Oriente fue esencialmente una idea o una creación sin su realidad correspondiente. […] Había –y hay- culturas y naciones, localizadas en Oriente, cuyas vidas, historias y costumbres poseen una realidad obviamente más rica que cualquier cosa que se pueda decir de ellas en Occidente. Sobre este punto, este estudio de orientalismo no tiene nada que añadir, simplemente desea contribuir con su reconocimiento tácito. Pero el fenómeno del orientalismo, tal y como yo lo estudio aquí, trata principalmente, no de la correspondencia entre el orientalismo y Oriente, sino de la coherencia interna del orientalismo y sus ideas sobre Oriente […] a pesar de o más allá de cualquier correspondencia o no con un Oriente “real”.  […]
La segunda puntualización se refiere a que las ideas, las culturas y las historias no se pueden entender ni estudiar seriamente sin estudiar al mismo tiempo su fuerza o, para ser más precisos, sus configuraciones de poder. Creer que Oriente fue creado –o, como yo digo, “orientalizado”- y creer que tales cosas suceden simplemente como una necesidad de la imaginación, es faltar a la verdad. La relación entre Occidente y Oriente es una relación de poder, y de complicada dominación: Occidente ha ejercido diferentes grados de hegemonía sobre Oriente, como señala bastante bien el título del clásico de K.M. Panikkar, Asia and Western Dominance. Oriente fue orientalizado, no sólo porque se descubrió que era “oriental’’, según los estereotipos de un europeo medio del siglo XIX, sino también porque se podía conseguir que lo fuera –es decir, se le podía obligar a serlo-. Tomemos, por ejemplo, el encuentro de Flaubert con una cortesana egipcia, encuentro que debió de crear un modelo muy influyente sobre la mujer oriental […]  Él era extranjero, relativamente rico y hombre, y ésos eran unos factores históricos de dominación que le permitían, no sólo poseer a Kuchuk Hanem físicamente, sino hablar por ella y decir a sus lectores en qué sentido ella era típicamente oriental. Mi tesis es que la situación de fuerza de Flaubert en relación a Kuchuk Hanem no era un ejemplo aislado, y puede servir bastante bien como modelo de la relación de fuerzas entre Oriente y Occidente y del discurso acerca de Oriente que este modelo permite.
Esto nos lleva a una tercera puntualización. No hay que creer que el orientalismo es una estructura de mentiras o de mitos que se desvanecería si dijéramos la verdad sobre ella. Yo mismo creo que el orientalismo es mucho más valioso como signo del poder europeo-atlántico sobre Oriente que como discurso verídico sobre Oriente (que es lo que en su forma académica o erudita pretende ser). Sin embargo, lo que tenemos que respetar e intentar comprender es la solidez del entramado del discurso orientalista, sus estrechos lazos con las instituciones socioeconómicas y políticas existentes y su extraordinaria durabilidad. Después de todo, un sistema de ideas capaz de mantenerse intacto, y que se ha enseñado como una ciencia (en academias, libros, congresos, universidades y organismos de asuntos exteriores) desde el periodo de Ernest Renan hacia finales de 1848 hasta el presente en Estados Unidos, debe ser algo más grandioso que una mera colección de mentiras. […]
[Antonio] Gramsci ha efectuado una útil distinción analítica entre sociedad civil y sociedad política según la cual la primera está formada por afiliaciones voluntarias (o, al menos, racionales y no coercitivas), como son las escuelas, las familias y los sindicatos, y la segunda, por instituciones estatales (el ejército, la policía y la burocracia central) cuya función dentro del Estado es la dominación directa. La cultura, por supuesto, funciona en el marco de la sociedad civil, donde la influencia de las ideas, las instituciones y las personas se ejerce, no a través de la dominación, sino a través de lo que Gramsci llama consenso. Así, en cualquier sociedad no totalitaria ciertas formas culturales predominan sobre otras y determinadas ideas son más influyentes que otras; la forma que adopta esta supremacía cultural es lo que Gramsci llama hegemonía, un concepto indispensable para comprender, de un modo u otro, la vida cultural en el Occidente industrial. Es la hegemonía –o, mejor, los efectos de la hegemonía cultural- lo que da al orientalismo la durabilidad y la fuerza de la que he estado hablando hasta ahora. […]
 El científico, el erudito, el misionero, el comerciante o el soldado estaban o pensaban en Oriente porque podían estar allí o pensar en él sin que Oriente les ofreciera apenas resistencia. Bajo el lema general de conocer Oriente y dentro de los límites que el paraguas de la hegemonía occidental imponía, a partir de finales del siglo XVIII emergió un Oriente complejo, adaptado a los estudios académicos, a las exposiciones en los museos, a las reconstrucciones en la oficina colonial, a la ilustración teórica de tesis antropológicas, biológicas, lingüísticas, raciales e históricas sobre el género humano y el universo, y a ejemplificar teorías económicas y sociológicas de desarrollo, de revolución, de personalidad cultural y de carácter nacional o religioso. […]


Bibliografía

DENYS, Hay. (1968),  Europe: The Emergence of an Idea, Edinburgo, Edinburgh University Press.
PANIKKAR, K.M. (1959), Asia and Western Dominance, Londres, George Allen & Unwin.
STEVEN, Marcus. (1967), The Other Victorians: A Study of Sexuality and Pornography in Mid-Nineteenth Century England, Nueva York, Bantam Books.



(Fuente: Alonso Castro et al. (2010), Estrategias de lectura y escritura académicas. Buenos Aires: Biblos.)


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sábado, 4 de abril de 2015

tildar o no tildar, he aquí la cuestión

I ¡REPASEMOS!

ACENTUACIÓN EN ESPAÑOL

 

I. Reglas generales

En español existen los siguientes tipos de palabras según su acentuación:

1.       Agudas: el énfasis recae sobre la última sílaba.

a.       Se acentúan todas palabras agudas que terminan en vocal, o en -n o -s  solas
b.      Las palabras agudas que no terminan en vocal, o en n o s solas, nunca se acentúan.
can-tó /  per-dón /  es-tás /  ciu-dad / pas-tor /  a-bril / va-lor

2.       Llanas: el énfasis recae sobre la penúltima sílaba.
a.       Sólo requieren tilde si acaban en consonante que no sea -n ni -s.
Cár-cel / ca-rác-ter / ár-bol  / ca-sa  / es-ta-bas / li-bro / di-fí-cil

3. Esdrújulas: el énfasis recae sobre la antepenúltima sílaba. Siempre requieren tilde.
Lám-pa-ra / so-ció-lo-go / sín-te-sis / sí-la-ba / én-fa-sis / cán-ta-ro / prés-ta-mo

4. Sobresdrújulas: el énfasis recae sobre la anteantepenúltima sílaba. Siempre requieren tilde.
Re-cuér-de-me-lo /   i-ma-gí-na-te-lo /  a-nún-cie-me-lo / fá-cil-men-te


IMPORTANTE: Cuando corresponde, también las MAYÚSCULAS llevan tilde,

 

 

II. Casos especiales

 
DIVISIÓN SILÁBICA, DIPTONGOS Y TRIPTONGOS|
 
Una sílaba es la emisión de un sonido en un solo golpe de la voz. El centro de cada sílaba lo constituye  una vocal, a saber, a, e, i, o, u.
                
li-bro           /                 mu-cha-cho         /                 te-a-tro
                
   En una sílaba pueden existir también dos y hasta tres vocales. La unión de dos vocales en un solo golpe de voz se llama diptongo. La de tres vocales se llama triptongo.
 
   En español, existen vocales fuertes o abiertas y  vocales débiles o cerradas. 
 
                Las fuertes son: a, e, o,
                Las débiles son: i, u.
                
   Para formar diptongo será preciso que al menos una de las vocales sea débil y sin acento.
   Para formar triptongo será preciso que dos vocales débiles rodeen a una fuerte.
 
 

 

 

 

¨ Pronombres interrogativos y exclamativos

1.       Los pronombres interrogativos siempre llevan tilde, tanto en oraciones interrogativas directas como indirectas:

¿Qué quieres? ¿Dónde vas? Me preguntó dónde iba.
No sé cómo llaman a mi compañero.

2.       Los pronombres exclamativos siempre llevan tilde:
¡Qué alegría! ¡Cuánta gente hay aquí!

3.       Los pronombres relativos y las conjunciones subordinantes no llevan tilde:
Dame el lápiz que te pedí. No veo porque hay muy poca luz.
Te llamaré cuando llegue a mi casa.



¨ Pronombres y adjetivos demostrativos

1. Cuando los demostrativos son adjetivos nunca llevan tilde.

Estas explicaciones son muy claras.

2. Cuando son pronombres, la colocación de la tilde es potestativa.

Éste se llama Pedro.

3. Es obligada la tilde en los pronombres demostrativos en los casos de ambigüedad.

Llamaron a aquel marxista. / Llamaron a aquél marxista.


¨ Adverbios terminados en -mente

Sólo llevan tilde cuando la lleva el adjetivo a partir del cual se ha formado

fácilmente – rápidamente -  cálidamente -  ferozmente -  terriblemente


¨ Palabras compuestas

1. En el caso de palabras compuestas normales, sólo cuenta para la colocación de la tilde el segundo componente de la palabra ya que el primero se hace átono:

decimosexto – decimoséptimo -  vigesimoprimero

2. En el caso de formas verbales + pronombres enclíticos:

a) Si la forma verbal lleva tilde, ésta se mantiene:
                   déme – deténte -

b) Si la palabra resultante es esdrújula, hay que acentuarla:
                 dímelo (vs. dime) - háganlo - recuérdemelo - escríbenos

3. Si los componentes de la palabra están unidos por un guión, los dos mantienen la tilde en el caso de que la requieran: teórico-práctico /   hispano-francés


 

¨  Homonimia


1. Monosílabos
Los monosílabos no se acentúan, excepto cuando hay que distinguir entre dos formas homónimas, como en los siguientes casos:

mi (adjetivo posesivo):
Mi casa es ésta
mí (pronombre personal):
A mí me gusta el té
tu (adjetivo posesivo):
Tu casa es grande.
tú (pronombre personal)
Tú eres mexicana.
el (artículo):
El lápiz está aquí.
él (pronombre personal):
Él es argentino
mas (conjunción adversativa):
Te llamé, mas no estabas.
más (adverbio de cantidad):
Quiero más café.
te (pronombre personal):
Te escribiré una carta.
té (nombre común):
Quiero más té.
de (preposición):
Ponlo debajo de la mesa.
dé (verbo dar):
Dé la orden de enviar este paquete.
si (conjunción condicional):
Si estudias, aprobarás.
sí (pron. reflexivo/adv. afirmativo):
Sí, señor
se (pronombre reflexivo):
Se quedó dormida.
sé (verbo saber/ser):
Sé inglés.
 
2. Otros casos de homonimia
aun (=incluso):
No lo hizo, ni aun lo intentó.
aún (=todavía):
Aún no ha llegado el tren.
solo (adjetivo):
No me gusta estar solo.
sólo (adverbio):
Sólo me lo dijeron a mí.

 

jueves, 26 de febrero de 2015

Los trabajadores, la militancia sindical y las instituciones militares en tiempos de inestabilidad política, económica y social.

por Juan José López[1]


Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversas formas el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo.
                                              K. Marx

Los registros fotográficos que plantearon los interrogantes que serán desarrollados en el trabajo siguiente pertenecen a épocas y momentos diferentes de la historia argentina pero en los cuales, sin embargo, encontramos puntos de coincidencia (los llamaremos A1- A2 y B1- B2)[2].

Tanto en B1 como en B2 nos encontramos en contexto de jóvenes realizando el servicio militar obligatorio, lo cual, por aquel entonces, plateaba representaciones diversas para las clases populares, desde movilidad social ascendente para unos, como para otros, una práctica humillante que generaba un fuerte rechazo. Pero, refiriéndonos al contenido específico de cada uno de ellos, o los interrogantes que de estos devienen, es necesario que planteemos tanto la situación como el contexto histórico.

 Entre todas las personas allí presentes podemos distinguir a dos, los cuales son mis tíos por línea paterna y que se encontraron, allá por los primeros años de la década de 1960 realizando dicho servicios, pero en puntos del país que terminaron situándolos en facciones opuestas en torno al llamado "conflicto entre azules y colorados"[3]. Vale aquí hacer la salvedad de que los regimientos en que ellos se encontraban nunca llegaron a enfrentarse, ni entre sí ni con ninguna otra facción opuesta, pero el contexto y las cuestiones inherentes a la escases de medios de comunicación que pudieran acercar de manera rápida y efectiva información a la familia, devino en un estado de fuerte incertidumbre sobre lo que sucedía o podía llegar suceder en estas condiciones, cabe recordar que a mediados del siglo XX y en una comunidad rural del interior de la provincia de Buenos Aires una radio en la casa era prácticamente un lujo que muy pocos se podían dar. Así como la ausencia de medios que garanticen canales ágiles de comunicación.

En el otro par de registros, el protagonista es también un hermano de mi padre pero que a su vez no participa de ninguno de los anteriores. En uno podemos encontrarlo con sus compañeros en la militancia sindical (A2) y, en el otro, en los festejos por el triunfo de la fórmula que restaurará el régimen peronista en la Argentina de los años de 1970[4](A1).

Los interrogantes que se plantean en el trabajo que se desarrolla más abajo están dedicados a pensar cuáles eran las perspectivas y cuáles las expectativas de las clases bajas, en torno a las problemáticas que se expresaban, tanto en el plano político como también en lo económico-social en una época de gran inestabilidad institucional. De esta manera es que este trabajo pretende analizar desde una perspectiva de clase, cómo el obrero argentino
- aquel que hasta el advenimiento de Perón al poder solo se había visto atravesado por procesos, en los cuales estaba completamente exento de participación - pasa a ser un actor fundamental de la política en la segunda mitad del siglo XX llegando más tarde -a partir de la intromisión de un nuevo golpe de estado allá por 1976 - a ser atravesados por un proceso que instalará en el inconsciente colectivo de los mismo, una fuerte negativa hacia la participación política activa. He aquí los fundamentos básicos de este trabajo, solo queda por desandar el derrotero histórico de aquellos que sentaron las bases de la lucha política contra los estados represores.

(para continuar leyendo, presione AQUÍ)





[1] Trabajo final del Taller de Expresión oral y escrita II, Departamento de Historia, ISP “Joaquín V. González”, año 2014, Cátedra Elina Montes.
[2] Ver anexo documental
[3] Los azules y los colorados fueron las dos facciones que se enfrentaron en el seno del Ejército Argentino luego del derrocamiento en 1955 del presidente Juan Domingo Perón por la autodenominada Revolución Libertadora, respecto a la participación del peronismo en la vida social y política de la sociedad argentina. Estas denominaciones, reconocen su origen en la terminología empleada históricamente en el estudio de la ciencia militar, para denominar a los dos bandos hipotéticos que se enfrentan en una contienda determinada.
[4] El 12 de octubre de 1973, después de un holgado triunfo en las elecciones, comienza la tercera presidencia del Gral. Juan D. Perón con la esperanza de unidad y pacificación en todos los sectores de la vida nacional.
Su objetivo es apaciguar los ánimos y desalentar los extremismos mediante el Pacto Social basado más en la alianza de clases que en la confrontación. Lo que encuentra el líder a fines de ese año es diferente a lo esperado, todo está en discusión y ni su liderazgo se acepta en silencio.
Ante tanto nivel de intolerancia Perón condena la guerrilla en un discurso desde el balcón de la Casa Rosada y  Montoneros pasa a la clandestinidad. La organización Alianza Anticomunista Argentina (AAA) empieza con atentados y amenazas a políticos, artistas e intelectuales provocando el exilio de numerosas personalidades. Hay asesinatos atribuidos a ambos bandos y también al Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), que opera en el monte tucumano.

domingo, 11 de enero de 2015

Los caricaturistas de Charlie Hebdo, el Golpe de 1973 y el caso Pinochet

Tras el brutal atentado en contra de la revista satírica francesa Charlie Hebdo, que terminó con la vida de 10 miembros del medio y dos policías, el historiador Manuel Gárate pone en valor las caricaturas políticas sobre Pinochet que realizó la publicación, tanto después del Golpe en 1973 como tras su detención en Londres, en 1998. “Ellas representan el interés de estos periodistas y dibujantes por la defensa internacional de los derechos humanos y la suerte de un país tan lejano como Chile, pero cuyo drama reciente no los dejó indiferente”, escribe Gárate.

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Je ne suis pas Charlie (Yo no soy Charlie)