sábado, 19 de julio de 2014

¿Cómo escribir la introducción a un ensayo?

Algunas sugerencias.

En la introducción de un ensayo es necesario:
  • definir el(los) tema(s) que se va(n) a desarrollar, de no ser así, quienes te evalúen no podrán entender el escrito en toda su dimensión
  • aclarar a quienes evalúen el sentido que adquirirán esos tópicos a lo largo del trabajo
  • precisar una hipótesis que deje en claro lo que tu trabajo se propone abarcar (y, de ser necesario, lo que quedaría afuera)
  •  proveer toda la información que creas necesaria para ayudar a la comprensión del escrito.

La introducción puede pensarse como la respuesta a las preguntas por el qué, el por qué y el cómo:
  • de qué se tratará el escrito (el/los tópicos que se presentarán)
  • por qué es importante el tema (los problemas e inquietudes que surgen y que es necesario indagar) 
  • cómo lo desarrollará (herramientas metodológicas)

Puede ser oportuno para iniciar:
-          relatar cómo surgió el interés por el tema (en el caso de ustedes, la selección de determinado tipo de material)
-          enmarcar el tema mencionando eventos importantes contemporáneos relacionados con el mismo

-          brindar una explicación histórica del tema.

Veamos si esto aclara un poquito más el asunto:

martes, 15 de julio de 2014

Humanidades Digitales

Entrevista a Vicente Luis Zamora sobre Ciencias Sociales y Humanidades Digitales

Fuente: http://grinugr.org/entrevistas/entrevista-a-vicente-luis-mora-sobre-humanidades-digitales/

1) Perfil personal incluyendo referencia a la visión propia del tema y a los proyectos que se desarrollan.

Vicente Luis Mora (Córdoba, España, 1970), Doctor en Literatura Española Contemporánea, con Premio Extraordinario de Doctorado. Mis campos de investigación actuales son: 1. Literatura española contemporánea. 2. Literatura y tecnología. 3. Nuevas formas de lectura y escritura (redes sociales, transmedia). 4. Tiempo y espacio en la globalización cultural. Trabajo las Humanidades Digitales desde 1995, aproximadamente, desde una perspectiva interdisciplinar. Mi libro Pangea (2006) hacía un acercamiento a los fenómenos de Internet y las primeras formas de la red 2.0 desde perspectivas literaria, jurídica, psicológica, económica, sociológica, artística y tecnológica. Creo que el futuro de la cultura tendrá cada vez más en cuenta lo digital y es necesario estudiar cautelosamente sus pros y sus contras.

2) ¿Puede el humanista y el intelectual del siglo XXI desarrollar su labor de aprendizaje y reflexión ajeno a los medios digitales? ¿Y desarrollar su faceta pública?

Sí puede, y existen ejemplos claros de ello: escritores como Juan Goytisolo o el portugués António Lobo Antunes ocupan un lugar claro en la cultura de sus respectivos países sin haber llegado a redactar sus novelas ni siquiera en máquina de escribir; ambos siguen manuscribiendo. Otros autores, como Don DeLillo o Javier Marías, utilizan máquinas de escribir pero evitan Internet. Hay un tercer sector de intelectuales que, a pesar de tener cierta edad, dieron el paso a los ordenadores sin aparente problema. Y un cuarto, al que pertenezco, que utiliza teclados y terminales electrónicos desde que aparecieron a precios populares en los años 80 del pasado siglo. Son cuatro modelos de comportamiento, y desde los cuatro se puede desarrollar la tarea pública de la intelectualidad. El problema viene cuando autores que, a mi juicio, no tienen demasiada experiencia en los medios digitales ni se han molestado en ahondar sus posibilidades, vienen a criticar y denostar realidades completas que desconocen, centrándose en todos los defectos (que los hay, por supuesto), pero olvidando por completo, de forma sistemática, sus virtudes o potencialidades (que, por supuesto, tienen). Alguno de ellos ha dado lugar a anécdotas como dictar un tuit a su hija después de la concesión de un premio. En este caso creo que se produce la misma falta de rigor intelectual y de prudencia que cuando cualquier experto invade con vehemencia conceptos que están fuera de su campo habitual de análisis.

3) Sugiero algunas preguntas para el debate: ¿Apocalípticos o integrados? ¿Banalización de la cultura? ¿Democratización del acceso a los medios de conocimiento?

No conozco muchos integrados, pero sí bastantes apocalípticos. De todas formas, como expongo en un ensayo que saldrá próximamente, la actitud apocalíptica ante cada nueva forma cultural se remonta a todas las formas de cultura. A lo largo de la historia hemos escuchado –y recogido para el archivo– quebrantos por la aparición de la escritura, por la aparición del códice, por la aparición de la imprenta, del cine, de la radio, de la televisión. Son los mismos pesimistas cansinos de siempre, que reaccionan de forma violenta ante cualquier novedad, sea positiva, negativa o con claroscuros. Los muy integrados despiertan mis recelos, porque olvidan que las actuales tecnologías tienen numerosos puntos oscuros: sostenibilidad ecológica, control de los ciudadanos, brechas sociales, presiones económicas de las grandes corporaciones, opacidades, etcétera. La banalización de la cultura no me interesa, me interesa la canalización de la misma. El modo en que cierta información de interés queda apartada, de modo inmediato, de los medios influyentes. El silencio provocado por la dictadura económica, que es terrorífica porque es legal, amparada por nuestras economías de mercado. Respecto a la banalización, es un problema que no puede atenderse en términos generales, sino caso por caso. Cada quien define a su antojo lo que es banal y lo que no, dependiendo de sus intereses personales respecto a la canonización de ciertos contenidos. La “democratización” es un problema muy peliagudo y espinoso, tan trascendente y con tantos pliegues y recovecos que requeriría mucho tiempo y mucho espacio abordarlo. Me limito, sin embargo, a recoger la opinión que, en 1997, tenía el profesor Olu Oguibe (ya recogida en Pangea), y a preguntarme si 16 años después las cosas han cambiado mucho: “Una tecnología democrática que queda fuera del alcance de la mayoría es meramente virtual e irreal, y, después de todo, parece que la cibercultura no es la democracia que pretendemos y defendemos, sino una aristocracia de ubicación y disponibilidad/disposición”.

4) ¿Qué papel juegan los medios de comunicación de masas (la prensa, la radio, la televisión) en este entorno?

Volvemos a McLuhan para entender este contexto. Bueno, Internet también es un medio de comunicación de masas ahora. Las antiguas ideas de McLuhan de que somos lo que vemos y de que formamos nuestras herramientas, para que ellas luego nos formen a nosotros, siguen vigentes. La primera idea explica lo que he denominado nuestra conversión en lectoespectadores. La segunda es la base de la red 2.0 y la mejor definición de las redes sociales. Los medios de masas siguen teniendo un papel importante, pero el mayor cambio es la bidireccionalidad, la posibilidad de los internautas de convertirse, ellos mismos, en medios de comunicación de masas, como esos tuiteros con un millón de seguidores o quienes crean canales de YouTube con mucha audiencia, partiendo de la nada y sin invertir un euro en publicidad. Estos fenómenos son completamente nuevos aunque, de momento, creo que tampoco han supuesto un avance importante en ningún sentido. Supongo que simplemente abren puertas a algo que vendrá después, espero que positivo, y que aún no vemos.

Cómo introducir una cita

Las citas, tanto en el lenguaje escrito como en la conversación, están introducidas a menudo por verbos que se conocen como verbos del habla o del decir. En contextos orales, especialmente, estos verbos cumplen la función de rescatar el contexto del aquí y del ahora de la conversación. En caso de que para tu trabajo no sólo consultaras fuentes escritas sino entrevistaras a personas que dominan el tema que te interesa, te damos una lista de verbos que pueden resultarte útiles a la hora de citar escritos y/o comunicaciones personales:

aclarar
acotar
advertir
afirmar
agregar
añadir
asegurar
aseverar
asumir
censurar
citar
compartir la opinión de
concretar
confesar
confirmar
contar
contestar
contradecir
corroborar
decir
dejar en claro
describir
detallar
especificar
explayarse
explicar
exponer
formular
indicar
insinuar
poder leerse
limitarse a
mencionar
negar
objetar
observar
pensar
poner en duda
predecir
preguntarse
puntualizar
recalcar
reconocer
rechazar la posición de
reiterar
relatar
relativizar
repetir
replicar
reponer
resumir
señalar
sostener
subrayar
tratarse de

  
A los verbos se pueden agregar adverbios y expresiones adverbiales del tipo:

enérgicamente
deliberadamente
textualmente
con precisión (vs. precisamente)
enfáticamente (con énfasis)
terminantemente
entre líneas
someramente
profundamente
superficialmente
al pasar
irónicamente
en una cuantas frases
brevemente

Y también gerundios en su función modal:
  
... dice refiriéndose a ...

... afirma haciendo alusión a ...

... contradice ... mencionando ...

... se pregunta citando a ...

... rechaza la posición de ... puntualizando ...

Fuente: http://userpage.fu-berlin.de/vazquez/vazquez/

Líneas de tiempo

Leyendo a Enzo Traverso en el volumen que les comenté durante la última clase[1], se puede relevar que 
existen diferentes modalidades de comunicar la inserción de los acontecimientos en una línea de tiempo. 
Para el historiador, algunas de las propuestas teórico-metodológicas a considerar serían los que surgen 
de la obra de los siguientes autores:

1.       HOBSBAWM, Eric.
En Historia del siglo XX propone volver a lo que ya había planteado anteriormente, es decir la postulación de “un largo siglo XIX” que, según repone Traverso, “iba de la Revolución Francesa a las trincheras de 1914” (38); esto lo había postulado Karl Polanyi en La gran transformación (1944), quién, comenta el historiador italiano “había esbozado el perfil de una paz de cien años que se extendía del Congreso de Viena –al cabo de las guerras napoleónicas- al atentado de Sarajevo de 1914” (39).

Siguiendo a Traverso:
El “largo siglo XIX” pintado por Hobsbawm es el teatro de una transformación del mundo, de la que Europa, gracias al auge del imperialismo, fue a la vez centro y motor. Todas las corrientes políticas se identificaban con su misión civilizadora, encarnada por una raza y una cultura “superiores”. El siglo de las vías férreas y de las fábricas industriales, de las grandes ciudades y de los tranvías, de las ametralladoras y de las estadísticas, del periodismo y de las finanzas, de la fotografía y del cine, del telégrafo y de la electricidad, de la alfabetización y del colonialismo estuvo dominado por la idea de progreso. Éste era concebido a la vez como un movimiento moral y material. (41)

Al lado de esta idea de una larga duración del  siglo XIX, Hobsbawn contrapone, en la obra mencionada más arriba, la de un Siglo XX corto, “enmarcado –señala Traverso- por dos momentos cruciales de la historia europea –la Gran Guerra y el desmoronamiento del socialismo real”, que coincidiría con el derribamiento del Muro de Berlín (1989).



2.       ARRIGHI, Giovanni
Es uno de los exponentes más reconocidos de la Teoría de los ciclos económicos.  Traverso resume su posición como sigue:

Arrighi señala cuatro siglos “largos” que se extienden en seiscientos años y que se corresponden con diferentes “ciclos sistémicos de acumulación”, aunque susceptibles de superponerse unos a otros: un siglo genovés (1340-1630), un siglo holandés (1560-1780), un siglo británico (1740-1930) y, por último, un siglo estadounidense (1870-1990) (…) hoy estaríamos entrando en un siglo XXI “chino” (56)


3.       HARDT, Michael y NEGRI, Toni

Como ya pudieron entrever en la reseña de Bonnet, los autores postulan en su obra Imperio  ciclos que se relacionan con los sistemas de producción y de captura biopolítica (en términos de Michel Foucault). Tendríamos de este modo –resume Traverso que,

[M]ientras el imperialismo clásico se enraizaba en un capitalismo fordista (la producción industrial) y preconizaba formas de dominación de tipo disciplinario (la prisión, el campo, la fábrica), el Imperio desarrolla redes de comunicación correspondientes a una “sociedad de control”, es decir, una forma de “biopoder”, en el sentido foucaultiano, perfectamente compatible con la ideología de los derechos humanos y las formas exteriores de la democracia representativa. (56)




[1] Traverso, Enzo. 2012. La historia como campo de batalla. Interpretar las violencias del siglo XX. Buenos Aires: Fondo de Cultura; todas las citas pertenecen a esta edición.